Legados de los Justos
Por: Pastor David Ingman

Legado es algo valioso que se transmite de una generación a otra. Muchos padres piensan en dejar dinero, propiedades o estudios a sus hijos. Eso no está mal, pero si descuidamos lo espiritual, estamos fallando. Las nuevas generaciones necesitan más que solo bienes materiales: necesitan la salvación eterna.

La vida es temporal, pero la eternidad es segura. Por eso debemos impartir fe, disciplina y enseñanza a nuestros hijos, porque como dice la Palabra: «El que ama a su hijo lo disciplina con esmero». (Proverbios 13:24).

El legado bíblico que debemos transmitir:

1. Enseñar la Palabra a nuestros hijos. “Pueblo mío, escucha mis enseñanzas… No ocultaremos estas verdades a nuestros hijos; a la próxima generación contaremos de las gloriosas obras del Señor”(Salmos 78:1-4). “Cada generación contará a sus hijos de tus poderosos actos y proclamará tu poder”(Salmos 145:4).

2. Hablar de Dios en todo tiempo. “Debes comprometerte… Repíteselos a tus hijos una y otra vez… cuando estés en tu casa, cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”(Deuteronomio 6:6-7).

3. Transmitir experiencias de fe. “Cuidado: asegúrate de nunca olvidar lo que viste… y transmítelo a tus hijos y a tus nietos” (Deuteronomio 4:9). Nuestros testimonios de milagros, sanidad y liberación deben ser contados para que la próxima generación sepa que Dios es real.

4. Reproducir la enseñanza en otros. “Lo que me has oído enseñar… confíalo a personas dignas de confianza que puedan transmitirlo a otros”. (2 Timoteo 2:2).

El mundo enseña a perseguir sueños personales, pero la Biblia dice: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33). “Vayan y hagan discípulos en todas las naciones” (Mateo 28:19). El primer sueño de Dios es la evangelización y la salvación de las almas.

En conclusión,el legado más importante no es el dinero, los títulos ni las propiedades, porque todo eso queda en la tierra. El verdadero legado es la fe, la salvación y el conocimiento del Dios Altísimo.

No es tiempo de dormir ni distraernos con lo pasajero. Es tiempo de proclamar, orar y actuar. Que cada uno de nosotros deje un legado espiritual que trascienda generaciones.

¿Qué clase de legado dejarás tú?

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