Un verdadero arrepentimiento
Por: Pastor Danny serrano
La vida cristiana es un camino de constante arrepentimiento, pero es importante entender qué significa verdaderamente arrepentirse.
La palabra arrepentimiento proviene del griego Metanoia, que significa cambio de mente. No se trata simplemente de sentir culpa, sino de un cambio profundo y transformador en nuestra forma de pensar, vivir y actuar.
Romanos 3:23-24 (NTV). Todos hemos pecado. Eso es lo que nos apartó del amor de Dios. Pero al arrepentirnos y creer en el sacrificio de Jesús, somos limpiados y restaurados.
Proverbios 28:13 (NTV). Muchas veces nos sentimos estancados por pecados ocultos, pero cuando los confesamos y nos apartamos, Dios nos da libertad y misericordia. No basta con confesar: hay que tomar decisiones, cortar relaciones, alejarse de todo lo que te lleva a pecar.
Hechos 3:19 (NTV). El arrepentimiento no es solo pedir perdón, es cambiar de dirección; y no puedes lograrlo por tu cuenta. Necesitas a Dios para cambiar. El arrepentimiento verdadero te acerca a Dios, por eso no corras de Él, corre hacia Él.
Mateo 3:8 (NTV). El verdadero arrepentimiento se nota, se demuestra más por tus acciones que por tus palabras.
Juan 3:17 (NTV). Dios no te condena y no está esperando castigarte, Él quiere restaurarte. Él no te señala, ni te llama por tu pecado.
Pedro, el discípulo de Jesús, era impulsivo, voluntarioso, siempre quería impresionar a al Señor. Era el primero en hablar, en actuar… pero también en equivocarse: prometió fidelidad hasta la muerte, pero en Getsemaní cortó la oreja a Malco; luego, negó a Jesús tres veces y corrió a esconderse. (Juan 18).
Muchos hoy también se esconden en lugares conocidos: estudios, trabajo, actividades.
Cosa que no son malas en sí, pero te pueden alejar del propósito de Dios.
Entonces, Jesús vuelve a buscar a Pedro. Una vez más, en la orilla, con una fogata. Como la fogata donde Pedro le negó. Jesús le invita a desayunar, a compartir la mesa. Le restaura en el mismo tipo de escenario donde falló. Jesús puede convertir tus mayores fracasos en tus mayores victorias. No necesitas ser perfecto para sentarte con Jesús. Vas a la mesa para que Él te transforme.
Jesús le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” No le habló a “Pedro, la roca”, sino a Simón, el frágil, el inestable, porque Dios no llama a los perfectos, llama a los dispuestos.
Y crea el ambiente perfecto para restaurarte y devolverte al propósito.
Hoy puedes salir de esa barca, dejar lo que te aleja y volver a los brazos de Jesús. Puedes tener un verdadero arrepentimiento, que no solo pide perdón, sino que transforma tu vida.
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