Fe para el cambio radical
Por: Pastor Samuel Rodríguez

Marcos 5:21–34.

Vers. 23-27. Esta mujer no era parte del programa, no era suturno, pero, aun así,recibió su milagro! Porque la fe no espera su turno ni su temporada. La fe no espera a que tu nombre sea llamado.  La fe que provoca un cambio radical interrumpe temporadas, desestabiliza sistemas y activa lo “de repente”.

Hay dos tipos de personas: los que esperan que las cosas sucedan y los que hacen que las cosas sucedan. Y los que hacen que las cosas sucedan son los que caminan por fe. La mujer con flujo de sangre no esperó un “de repente”, sino que hizo que su “de repente” sucediera, rompiendo el momento que todos creían inmovible.

Hebreos 11:1. La fe hace que las cosas sucedan. Todos los que se mencionan en este capítulo no esperaron lo de repente, ¡ellos lo provocaron! Jesús pagó el precio en la cruz y resucitó, no para que mueras esperando, sino para que vivas ocupando Sus promesas.

1 Juan 5:4 (NTV). Muchos esperan a que todo sea perfecto para dar un paso de fe, pero, no importa en qué temporada estés, ni lo que tu familia esté atravesando. Si estás “sangrando”, quebrantado o destrozado, pero tienes fe, entonces esa fe está operando en ti, contigo, por ti y a través de ti.

Marcos 5:28. La fe que provoca un cambio radical habla y declara. Tus conversaciones con Dios importan. Pero después, la conversación más importante es la que tienes contigo mismo.

Marcos 5:34. La fe que provoca un cambio radical libera identidad. Cuando la mujer reconoció que fue ella quien tocó a Jesús, Él respondió públicamente: “Hija.” Cuando rompes la multitud en tu mente y en tu corazón Jesús revela públicamente quién eres en Él. Romanos 8:15 (NTV).

La fe que provoca un cambio radical trae sanidad que despierta a la próxima generación. Después de doce años de dolor, su toque de fe detuvo el flujo al instante, preparando el escenario para el milagro de la hija de Jairo. Hasta que nuestras heridas no sean sanadas, la próxima generación permanecerá inmóvil. La generación de la mujer estaba sangrando y la generación de la niña fue declarada muerta.

Nuestro trauma sin resolver retrasa la resurrección del propósito en la próxima generación. Tu sanidad es su despertar. Cuando nuestra generación rompe barreras, la próxima generación experimenta el rompimiento. Cuando una generación toca a Dios, Dios toca a la siguiente.

La mujer se abrió paso entre la multitud que rodeaba a Jesús y no la dejaba llegar a Él. Nosotros, como iglesia, debemos dejar de agobiarlo con ideologías, discusiones y contiendas. El cristianismo cómodo, legalista o silencioso agobia a Jesús. En cambio, debemos hacerlo accesible a los quebrantados, los que sangran, los perdidos y no impedírselos.

Malaquías 4:6 (NTV). Lucas 1:50 (NTV). Salmo 145:4 (ESV). ¡Este es nuestro tiempo de provocar un cambio a través de nustra fe!

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