Jesús, la promesa cumplida
Por: Pastor Martín Holguín

Todos hemos recibido promesas de Dios: trabajo, familia, provisión, paz. Pero ninguna de ellas tendría sentido si LA PROMESA MAYOR no se hubiera cumplido. Si Cristo no hubiera venido, todo sería en vano.

Por eso debemos hacernos una pregunta esencial: ¿Dios se hizo hombre, tomó la forma de un bebé indefenso en el vientre de una joven judía, solo para darnos cosas buenas pero temporales? Iglesia, cuidemos nuestro corazón: Jesús no es un genio de lámpara que existe para hacernos la vida más fácil. Él es Dios con nosotros y vino a cumplir la promesa eterna.

En tiempos de Jesús, Israel esperaba un libertador militar que los librara de Roma. Cuando vieron a Jesús morir en una cruz, muchos pensaron que había sido una derrota. Pero fue la victoria más grande: DIOS CON NOSOTROS. DIOS POR NOSOTROS.

Los discípulos de Emaús no entendieron esto hasta que Jesús mismo les abrió los ojos (Lucas 24:13–35). Hoy, todas las promesas que tenemos dependen de Jesús.

Promesas fundamentales:

• Vida eterna y perdón. Juan 3:36; Romanos 10:13.

• Nunca te abandonará. Hebreos 13:5; Deuteronomio 31:6,8; Josué 1:5.

• El Espíritu Santo en ti para siempre. Juan 14:16–17; Efesios 1:13–14; 2 Corintios 1:22.

• Nada podrá separarte del amor de Dios. Romanos 8:38–39.

Promesas para la vida diaria:

• Dios escucha y responde la oración. Juan 15:7; 1 Juan 5:14–15.

• Paz sobrenatural. Juan 14:27; Filipenses 4:6–7.

• Fuerza en la debilidad. Filipenses 4:13; 2 Corintios 12:9.

• Provisión para cada necesidad. Filipenses 4:19.

• Sabiduría cuando la pides. Santiago 1:5.

Promesas futuras:

• Un cuerpo glorificado. 1 Juan 3:2; 1 Corintios 15:51–54.

• No más dolor, llanto ni muerte. Apocalipsis 21:4.

• Un hogar eterno con Dios. Juan 14:2–3.

• Recompensa eterna. Mateo 5:12; Apocalipsis 3:21.

Estas no son aspiraciones ni deseos: son la Palabra inquebrantable de Dios. “Es imposible que Dios mienta.” (Tito 1:2; Hebreos 6:17–18).

Los cristianos de todos los tiempos han vivido —y muerto— confiando en estas promesas. Y todas ellas son posibles solo porque la PROMESA mayor se cumplió: Jesucristo vino a salvarnos.

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