Deja de quejarte
Por: Pastor David Ingman
16/04/2023

Como cristianos, debemos aprender a ser, no solo oidores, sino hacedores de la Palabra. Hay muchas excusas que Podemos usar para no ponerla en práctica en nuestras vidas, pero una de las más comunes es que la Palabra de Dios no encaja en nuestro esquema de vida.

Cuando leemos el capítulo 6 del libro de Juan, vemos al Señor Jesús hablando a las multitudes sobre confiar en Dios, su Palabra y sus promesas. Este libro ilustra cómo, dudar de la Palabra es quejarse y estar en desacuerdo con ella, es rebeldía a lo que Dios tiene que decirnos.

Juan 6:43 (NTV). Un predicador, alguna vez dijo que hay dos tipos de personas en este mundo: los que hacen y los que se quejan.

Santiago 1:22-25 (NTV). Así que: ¿Cuál es la lección aquí? Los hacedores de la Palabra de Dios son los BENDECIDOS.

Cuando empezamos a dudar de los mandamientos divinos que se nos han dado, y luego nos quejamos de ellos, esos mismos mandamientos se vuelven muy difíciles obedecer para nosotros. Pero todo comienza con un espíritu quejumbroso.

Podemos encontrar mil razones para justificar el por qué la Biblia no funciona o no se ajusta a nuestro estilo de vida, pero Jesús está diciendo: «Debes aceptarme, como Hijo de Dios, como el Pan de Vida y la Palabra Viva, si de verdad eres mi seguidor”.

Filipenses 2:14-15 (NVI). Al mundo, a esta generación, le encanta quejarse… y es contagioso.

En un entorno secular, si no hacemos bien nuestro trabajo, eventualmente, seremos despedidos de ese trabajo. Entonces, ¿por qué́ no podemos ver que, el no servir Dios de todo nuestro corazón, puede descalificarnos para recibir el gran premio? La murmuración y la queja pueden comenzar como un hábito aparentemente inofensivo, pero puede convertirse en un estilo de vida que nos haga perder nuestra carrera en Cristo.

Hebreos 12:1-2 (NTV).

1 Corintios 9:24-27 (NTV).

Números 14:27-28 (NTV). El juicio de Dios es grave para los que siguen murmurando y quejándose contra Él y su Palabra.

En lugar de quejarnos, alabemos. La adversidad es una oportunidad para aprender a alabar a Dios con el corazón.

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