El mandamiento ignorado

Por: Pastor Rolando Rodríguez

Mateo 7:1-5. Jesús nos está hablando acerca del juzgar. Juzgar se define como: emitir un veredicto o dar una sentencia.

Si no debemos hacerlo, ¿por qué seguimos cayendo en este pecado? Porque nos sentimos con derecho a hablar acerca de otros y no lo vemos como algo malo; creemos que es solo una opinión, aunque nos sentimos superiores a la persona que juzgamos. Eso es orgullo.

El Señor Jesús nos ordenó que no juzguemos, es un mandamiento. Veamos varios puntos acerca de este tema:

1. Cuando juzgamos, demostramos la clase de corazón que tenemos. Un corazón que juzga es un corazón rencoroso, orgulloso y desobediente a la Palabra de Dios.

2. Hay consecuencias cuando juzgamos. Si lo hacemos, vamos a ser juzgados. Si somos duros, insensibles, sordos, crueles, sin misericordia, así mismo nos tratarán. ¿Hemos juzgado a otros? ¿Hemos juzgado a padres, jefes, líderes, amigos, pastores, iglesias, compañeros, desconocidos? Podemos esperar que hagan lo mismo con nosotros.

3. ¿Por qué vemos la paja en el ojo ajeno? 2 Corintios 10:6. Mirémonos primero a nosotros mimos, que no somos perfectos, antes de fijarnos en lo que hacen los demás. Es mejor ocuparnos de nuestros propios asuntos y no ser entrometidos. Si no nos preguntan, si no piden nuestra opinión, mejor no hablemos. Cuando seamos perfectos, podremos opinar, pero no lo somos. 1 Tesalonicenses 4:11-12 (NTV).

Hay tres causas del juicio: los celos, la envidia y la codicia. Celos es no querer que alguien tenga algo que tenemos. Envidia es el resentirse porque alguien tiene algo que queremos. Codicia es el deseo o ambición por lo que no es nuestro.

1 Corintios 4:5 (NTV). Llegará un momento de juzgar, pero Dios lo hará.

4. En qué debemos enfocarnos. Juzgar es fácil, lo difícil es entender a los demás. Eso requiere compasión y amor. El reto es no etiquetar a la gente: ladrón, adultero, mentiroso, codicioso, vicioso… Debemos entender que todos hemos tomado malas decisiones en la vida, por eso necesitamos de Dios y su misericordia. Debemos ver a los demás por lo que son: personas necesitadas de Dios, así como nosotros. También alegrémonos por el éxito de los otros y no envidiemos.

1 Timoteo 5:22b. Si hemos juzgado, arrepintámonos y pidamos perdón al Señor.

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