Elimina la lucha de tu vida
Por: Pastor David Ingman

Santiago 4:1-3 (NTV). Si tomamos estos versículos al pie de la letra, la Biblia nos dice cuál es la causa fundamental de la contienda, de dónde viene el espíritu de lucha. Viene por un corazón egoísta, nace del egoísmo.

Proverbios 20:3 (NVI). Salomón nos dice que una persona honorable evita la contienda, pero a un necio le encanta pelear con los demás. ¿Hemos conocido a personas que caminan en constante estado de lucha? Parecería que los sigue a todas partes. Tal vez ¿Somos nosotros ese tipo de personas?

2 Timoteo 3:2. La Biblia nos dice que, en los últimos tiempos, las personas se convertirán en amadoras de sí mismas. ¿Qué significa eso? Que su afecto y atención se dirigirán solamente a ellos mismos. Podríamos decir que, en la historia del mundo, nunca ha habido una sociedad tan egoísta, como la de ahora. Ser “amantes de sí mismos” es la plaga del narcisismo en la cultura actual de este mundo, que vive sin moral y lleva a la gente a vivir separada de la verdad. La lucha y la contienda son, simplemente, productos del egoísmo.

Filipenses 2:1-4 (NVI). De lo que hablamos, es de una tendencia global que está muy alejada de los estándares que nos enseña la Biblia. El mundo se ha contaminado y saturado de egoísmo. Sin embargo, no es solo el mundo, sino también la iglesia. Al leer y meditar en la Palabra de Dios, se supone que debemos ser transformados de los estándares del mundo a los de Dios.

Juan 13:34-35. Actualmente, parece que los pastores pasamos más tiempo apagando incendios entre creyentes que el tiempo que invertimos en salvar a la gente. Pero Jesús dijo que nos amemos, y a cada uno de nosotros se nos ha dado una “ventana de tiempo” en esta tierra para aprender a amar como Jesús nos ha amado.

Regresemos a las bases de nuestra fe. 1 Juan 4:19-21. En los tiempos en que vivimos, la gente se mata y “devora” entre sí y, la Iglesia, está siguiendo ese mismo patrón.

Gálatas 5:15-25 (NVI). Hay lucha dentro de nosotros, pero el Espíritu nos da deseos que son opuestos a los que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas están constantemente luchando entre sí, por eso debemos rendirnos al Espíritu de Dios. Muchos cristianos están en medio de una furiosa lucha, incluso dentro de sus propias familias. No permitamos que este espíritu de contienda nos destruya a nosotros o a nuestras familia, amistades y seres queridos. Es hora de dejar de lado el orgullo y la terquedad.  ¿No están cansados de vivir una vida de pelea y contención?

Tito 3:2,10 (NTV). Estás palabras, sobre todo en el verso 10, son directas. A Dios no le interesan nuestras “lágrimas cocodrilo” por lo que pasó con alguien, sino que Él está interesado en verdaderos cambios en nuestras vidas y que eliminemos la lucha de ellas.

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