La última batalla
Por: Pastor Jeffrey Huff
26/01/2020

1 Timoteo 6:12. Algo que debe emocionarnos es que Dios nos ha dicho que este es el año de la victoria. Pero debemos saber también que para que exista una victoria, debe haber una batalla, una lucha, es decir tenemos que pelear. No importa si no nos gusta hacerlo, el enemigo nos ha declarado la guerra y debemos enfrentarlo. No estamos empezando una batalla, estamos ya en medio de ella.

Muchos de nosotros estamos pasando por circunstancias difíciles, peleando batallas fuertes, tal vez por mucho tiempo. Algunos han querido rendirse y “tirar la toalla”, porque sienten que sus fuerzas se acaban y que están rodeados por las tinieblas, pero recordemos que mientras más grande sea la batalla, más grande será la victoria. Debemos pelear esa última batalla, hacer ese último esfuerzo, porque vamos a ganar.

1 Samuel 17:9-11. El enemigo nos ha desafiado, diciéndonos que vamos a enfermar, que vamos a morir, que vamos a ser destruidos, porque su estrategia es llenarnos de temor, miedo e incertidumbre.

1 Samuel 17:32, 45-47. Aquí podemos ver el corazón de Dios a través de la actitud de David. La estrategia de Dios es VICTORIA, porque la batalla es suya y Él nunca ha perdido una batalla. No hay enfermedad que no pueda sanar, no hay circunstancia que no pueda cambiar, no hay hijo que no pueda rescatar y no hay muerto que Dios no pueda revivir. ¡Para Él nada es imposible!

Isaías 41:10. Esta es la promesa de Dios para nosotros, por eso no desmayemos.

Mateo 11:12. Debemos pelear con una actitud de victoria, no podemos hacer guerra espiritual desanimados y sin fe.

Si estamos listos para pelear, debemos utilizar tres armas espirituales importantes para nuestra batalla:

1. La oración. Filipenses 4:6-7 (NVI). 1 Juan 5:15 (NVI). No debemos estar preocupados por nada, sino que debemos orar en fe; no para tener, sino para recibir lo que ya tenemos.

2. El poder de la Palabra. Hebreos 4:12 (NVI). Debemos conocer las escrituras para poder proclamarlas. La Palabra es nuestra espada.

3. Nuestra adoración. Salmos 68:1-4. 2 Crónicas 20:21-25. Cuando levantamos nuestras manos y adoramos a Dios, le estamos declarando la guerra al enemigo. Cuando cantamos alabanza, Dios se levanta de Su trono, y cuando eso sucede, nuestros enemigos son confundidos y salen huyendo.

Cuando adoramos, le buscamos y exaltamos Su nombre, Él pelea nuestras batallas.

 

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