Solo quiero una “vida normal”
Por: Pastor David Ingman
24/11/2019

Si somos honestos, varias veces en nuestro caminar cristiano, nos hemos dicho a nosotros mismos, o incluso directamente a Dios, que queremos tener una “vida normal”, sin complicaciones. Pero la pregunta es esta: ¿Qué significa para nosotros una “vida normal”?

Cuando lo pensamos, podemos darnos cuenta que eso significa vivir como otras personas, como la gente en el mundo que todavía no conoce a Jesús. Si pedimos tener una “vida normal”, estamos realmente pidiendo una vida sin compromiso con Dios; una vida sin problemas, pero también sin batallas en oración.

1Pedro 2:9 (NTV). Debemos entender que somos diferentes al resto, ¡porque así nos hizo el Señor! Él nos escogió y nos llevó fuera de la “normalidad” de este mundo, que no era Su plan para nuestra vida.

Isaías 43:4 (NTV). Fuimos escogidos por Dios. Así como cuando nuestros padres nos prohibían hacer algo, porque no era la norma para nuestra familia por reglas o principios, Dios actúa de la misma manera con sus hijos. Nunca vamos a ser normales, conforme a los estándares de este mundo, porque Él nos ama demasiado para dejarnos ir por el camino equivocado.

Isaías 49:15-16. El Señor nos dice aquí que tiene “grabada” nuestra foto en las palmas de sus manos, para no olvidarse de nosotros. Con todos los miles de millones de personas que viven en el planeta, entendamos esta única verdad: Dios ama a sus hijos más de lo que nos podemos imaginar, y va a hacer cualquier cosa para mantenernos en el camino que nos guía directamente a Él.

Nuestra iglesia es una familia que sigue la Palabra de Dios completa y exactamente como Él la dijo. Hay muchos líderes cristianos que, en algún momento han dicho cosas como esta: “Yo amo mi iglesia, pero necesito una vida normal. Todo esto del compromiso, fidelidad, lealtad y sacrificio son demasiado para mí. Solo quiero un estilo de vida más simple. Yo puedo tener una relación con Dios a mi manera” Por eso algunos deciden irse de la iglesia y buscar algo más compatible con su estilo de vida, y simplemente, ya no están. Incluso hay otros que dicen que no necesitan evangelizar o ayudar a otras personas. Pero la Palabra de Dios nos dice que los grandes mandamientos son: amar a Dios y amar a nuestro prójimo, en ese orden. Si no podemos amar a la gente, a quienes vemos ¿cómo podemos amar a Dios a quien no podemos ver? (Mateo 22:36-40).

Nuestro propósito en esta vida, nunca lo encontraremos en sueños terrenales, en talentos y habilidades, ni tampoco en logros, sino en los dones dados por Dios. Por esto hay una demanda y un mandato de los cielos, para que todos usemos nuestros talentos, y sepamos lo que Dios nos ha llamado hacer.

1 Pedro 3:10 (NVI). No despreciemos la vida que tenemos ni la maldigamos. Hay un refrán en el mundo que dice así: “El césped siempre es más verde del otro lado”, pero eso es un error. La razón por la cual la gente no disfruta su vida, es porque ambicionan la vida de alguien más y odian la propia. Entendamos que nuestra vida es dada por Dios y solo nosotros mismos podemos cumplir el plan del Señor para cada uno, porque somos únicos.

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