Avivamiento personal
Por: Pastor Caleb Wehrli (predicador invitado)
04/11/2018

Lucas 5:1-9. Al final de esta historia todos estaban asombrados, pero había alguien cuya vida fue transformada como nadie más: Simón. Él tuvo un despertar al darse cuenta de lo que podía suceder si entregaba su vida a Jesús. Este mundo necesita un avivamiento, pero ese avivamiento empieza con cada uno de nosotros.

Imaginémonos experimentar, al igual que Simón, un avivamiento personal, ¿qué sucedería si Dios hiciera algo nuevo y fresco en nuestras vidas? Dios no quiere solamente que tengamos una relación personal con Él, sino también quiere usar nuestras vidas para multiplicar lo que quiere hacer en la tierra: alcanzar a los perdidos, a aquellos que necesitan ayuda.

Mateo 6:10. Avivamiento significa despertar un interés renovado, algo que es renacido. Una de las mejores definiciones de avivamiento es el establecimiento del Reino de los Cielos en la tierra. En este tiempo, Dios quiere despertar sueños, visión y propósito dentro de nosotros, su pueblo, para que sus planes se establezcan aquí. Cuando la Iglesia se despierta, cosas empiezan a cambiar.

Hay tres cosas en la historia de Simón que podemos aplicar a nuestras vidas para experimentar un avivamiento personal:

1. Sacrificio. Simón estuvo pescando toda la noche y no consiguió nada, y eso debió ser frustrante; pero cuando le entregó su barca al maestro, su vida empezó a cambiar. Hoy en día la palabra sacrificio suena a algo malo, pero de acuerdo con la Biblia, el sacrificio nos prepara la bendición. Entregar su barca a Jesús, le costó a Simón algo en ese momento, pero lo que recibió de retorno, fue mucho más grande de lo que hubiera conseguido en sus fuerzas. El único control directo que tenemos sobre nuestro futuro es la semilla que sembramos en el presente. Si rendimos lo que tenemos a Jesús, Él traerá un incremento que nunca podríamos lograr por nosotros mismos. El sacrificio no se trata de lo que perdemos, sino de nuestra ganancia futura.

2. Confianza. Proverbios 3:5-6. Simón tuvo que confiar en el consejo de Jesús, era un pescador recibiendo consejos de pesca de un carpintero. Muchas veces nos equivocamos porque queremos hacer las cosas a nuestra manera, pero recibir los resultados de Dios. Solamente asegurémonos que estamos confiando en la voz correcta, la de Dios, no la del pasado, la experiencia o los medios en el mundo. La voz de la Palabra es la que nos va a ayudar en nuestra vida, pero debemos aprender a confiar en esa voz.

3. Adoración. Después de ver el milagro, Simón no pudo hacer otra cosa más que postrarse a los pies de Jesús y reconocer que sin Él no lo hubiera conseguido. Hay poder en la adoración, pues cuando adoramos, quitamos nuestros ojos de la situación y los ponemos en Dios, y esto atrae el cielo a nosotros y abre las puertas de bendición a nuestra vida. Cuando adoramos, el Señor aparece en nuestra vida.

Después de este encuentro, Simón experimentó un avivamiento y su vida fue transformada, ya no sería más conocido como Simón el pescador, sino Pedro, el discípulo de Jesús.

 

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