Abre tu corazón a la gloria de Dios
Por: Pastor David Ingman
09/06/2019

Cada día enfrentamos situaciones en nuestras vidas que parecen imposibles de superar en salud, familia, finanzas, etc., y sea que lo hablemos o lo tengamos en nuestro corazón, la pregunta que nos hacemos es: ¿Será que Dios puede sacarme de esto? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces la siguiente pregunta es: ¿Lo haría Dios por mí?

Hebreos 11:6 (NTV). Cuando nos acercamos a Dios, debemos hacerlo con una actitud de fe, creyendo que Él va a hacer lo que ha dicho que puede hacer en Su Palabra. Él es, en verdad, un Dios de milagros y puede hacer que las cosas sucedan en nuestra vida.

Juan 11:40 (NTV). Escoger creer, abrirá las puertas a la gloria de Dios. Por años hemos enseñado en esta iglesia, la importancia de creer para luego recibir. Esta congregación es, definitivamente, una comunidad de gente de fe, por eso sabemos que, cuando pedimos algo a Dios, debemos confiar y creer que Él es capaz de hacerlo. Claro que es difícil creer cuando no sentimos que Dios puede hacer lo que pedimos, pero necesitamos entender que, al igual que el amor y la obediencia, el creer no se trata de sentimientos emocionales, sino de una decisión que hacemos.

Los milagros son simplemente los actos que suceden como resultado de la intervención sobrenatural de la gloria de Dios en una situación específica. Por esto el primer libro del Nuevo Testamento, después de los evangelios, es llamado el Libro de los hechos.

1 Reyes 18:30-40 (NTV). El profeta Elías llamó la lluvia del cielo en tiempos de extrema sequía, y a diferencia de los profetas de Baal, no hizo milagros con gran drama y gritos, sino que lo hizo por el poder de Dios. ¿Por qué? Porque estaba cerca de Dios cada día, caminaba con Él, por eso la unción de lo alto estaba en su vida. El Espíritu Santo no necesita el drama del hombre, sino de nuestra cooperación. Él necesita que seamos vasos de su gloria. Él no quiere que atraigamos la atención hacia nosotros mismos, sino hacia Cristo.

Marcos 16:17-18 (NVI). Es tiempo de que abramos nuestros corazones a la gloria de Dios, Él quiere que experimentemos Su presencia cada día.

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