Deja el desánimo
Por: Pastor Rolando Rodríguez
19/07/2020
Cuando vivimos situaciones difíciles podemos llegar a pensar que a nadie más le pasa algo igual, que nadie nos puede entender, incluso que Dios no nos escucha, y eso nos desanima. Pues debemos saber que siempre hay algo que causa esa situación, pero también, que hay una salida para ella. Hombres de Dios, en la Biblia misma, pasaron por tiempos de desánimo.
1 Reyes 19:2-5, 9, 14-15. Elías, el gran profeta de Dios, después de una gran victoria, se vio amenazado en ese momento, entonces huyó y se sintió desanimado. A través de este tiempo en la vida del profeta podemos aprender algunas cosas sobre el desánimo.
A veces, el desánimo, viene a nosotros después de buenos tiempos en nuestra vida, después de un gran éxito, de una victoria o una meta alcanzada, y la causa puede ser cansancio y agotamiento personal. Elías había estado trabajando para Dios sin descanso. También podemos ver que un efecto del desánimo es tomar decisiones irracionales, motivadas por el temor y la preocupación.
Otro de los efectos del desánimo es querer esconderse, algunos lo hacen al no salir de la cama. También, otro efecto, es sentirse solo, como si nadie pasara lo que estamos pasando.
Entonces, ¿cómo salió del desánimo?
1. Descansó y comió. A veces, lo que tenemos que hacer es algo muy espiritual: cuidar de nosotros mismos, tomar tiempo para descansar y reponer fuerzas.
2. Escuchó a Dios. En ciertos momentos nos incomoda el silencio de Dios, pero no podemos interpretar el silencio como abandono, Él nos está mirando durante el tiempo de prueba. No podemos cerrarnos a que Dios nos hable, incluso a través de alguien o de alguna circunstancia. Es difícil ayudar a quien no se quiere dejar ayudar.
3. Decidió salir y hacer la voluntad de Dios. Necesitamos ocuparnos en algo productivo, tal vez debamos ignorar nuestros sentimientos y concentrarnos en hacer lo correcto, eventualmente nuestra perspectiva cambiará, sobre todo cuando hagamos algo por otra persona que está más necesitada que nosotros.
Jonás 4:3-4. Para el siguiente punto veamos a otro profeta que se enfrentó con el desánimo: Jonás. El desánimo nos puede llevar al enojo por situaciones que no tienen salida; también puede llevar a desear morirse o al suicidio.
4. Permitió que Dios tratara con su egoísmo. Debemos entender que la vida no se trata solo de nosotros, que no somos el centro del universo y que no somos las víctimas de las circunstancias.
Jonás 2:2, 7-9. Grandes personas en la Palabra pasaron por tiempos de desánimo, pero todos ellos sabían que la respuesta estaba en Dios. Cuando nos sintamos así, lo que debemos hacer es buscar y escuchar a Dios en oración.
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