Llegando al lugar Santísimo

Por: Pastor Jeffrey Huff

Juan 4:23-24 (NTV). El llamado a ser un adorador es para todos. No se limita solo a un grupo de personas o un ministerio de alabanza, sino que Dios busca verdaderos adoradores en todo lugar.

El Señor hace cosas poderosas cuando alabamos y adoramos de corazón: los cielos se abren cuando le adoramos en espíritu y verdad. Dios quiere que, a través de la adoración, conozcamos Su presencia y vayamos más profundo en Su presencia.

Muchos piensan que alabanza y adoración son solo un relleno antes de la prédica en los cultos, o que son simplemente canciones o que es un tiempo emocional. Pero, en realidad, son muy importantes en la relación de un hijo con el Padre, es parte de nuestras vidas. Los momentos, en un servicio, donde Dios recibe algo para Él, son en la alabanza y la adoración, además del llamado. Esto es lo que agrada al Señor.

El pastor David dijo algo sumamente importante: “Hay guerras que se ganan en oración, hay que guerras que se ganan proclamando la Palabra, pero hay guerras que se ganan en adoración”.

Hablemos sobre el tabernáculo de Moisés, que estaba dividido en tres partes: los atrios, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo; y esto habla de un proceso muy importante en nuestra adoración.

Los atrios. Salmos 100:4. La Palabra es clara, debemos llegar a Su presencia con alabanza. Este es un tiempo de celebración y victoria, de expresar nuestra devoción a Dios. Nuestra alabanza debe venir de un corazón entregado al Señor. La Alabanza de atrios cambia nuestra perspectiva y prepara nuestro corazón.

El Lugar Santo. Salmos 95:1-5. Salmos 40:5. Es donde proclamamos y declaramos la grandeza de Dios. Entonces milagros suceden y Dios se entrona.

El Lugar Santísimo. Salmos 95:6. Salmos 96:9. Salmo 63:1. Es un lugar que requiere consagración y morir a nuestro orgullo. La adoración pura es la que viene de un corazón que camina en santidad y consagrado a Dios. No podemos llegar a este lugar si no hay hambre y sed de Su presencia.

Este tiempo de adoración nos transforma para siempre. Aquí ya no se trata de pedir, se trata de darle, de adorarle por quién es Él. Salmos 42:1

Mientras nos preparamos para el regreso de Jesús, Dios quiere que le adoremos más como el cielo. No menospreciemos los atrios, ni el Lugar Santo, pero Dios quiere que vayamos más profundo, hasta el Lugar Santísimo.

Salmos 73:25 (NVI).

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