¿Por qué algunos prosperan y otros no?
Por: Pastor Andrés Corson (predicador invitado)
27/10/2019
Muchos nos hemos hecho está pregunta cuando queremos saber si debemos seguir esperando o debemos salir a buscar el favor de Dios. Algunas veces vemos un crecimiento en nuestra iglesia, negocios, etc., pero, de pronto, ese crecimiento se detiene y experimentamos un estancamiento que nos lleva a pensar que Dios nos ha abandonado y estamos en un desierto.
Hay cuatro cosas que debemos saber sobre la gracia de Dios que nos hace prosperar:
1. La gracia de Dios a favor de nosotros. La vemos cuando Dios nos unge y nos da la facilidad sobrenatural para ministrar.
2. La gracia de Dios a pesar de nosotros. Es la misericordia de Dios. Se da cuando alguien es usado por Dios a pesar de no tener un carácter maduro. El mejor ejemplo de esto es Sansón, porque él desobedeció muchas veces al Señor, pero cuando necesitaba Su unción en contra de los filisteos, venía sobre él. Así hay cristianos que hemos visto grandemente usados por Dios, pero que llevaban años con pecados ocultos.
Mateo 7:21-23. El problema aquí es pensar que no es necesaria la santidad para ministrar, pero la Palabra dice que llega un momento que la sal pierde su sabor y ya no sirve para nada. Si estamos pasando por eso, debemos despojarnos de todo pecado y pedir perdón pronto.
3. Cuando parece que la gracia de Dios no está con nosotros. Lucas 2:52. Esto sucede cuando nuestro crecimiento se detiene y no vemos fruto de lo que estamos sembrando. En este tiempo, que podrían incluso ser años, es cuando debemos seguir trabajando sin rendirnos. Recordemos que, para los tres años de ministerio, Jesús tuvo 30 de silencio, en los que nadie lo conoció, pero se preparó y creció en conocimiento de las Escrituras. Mientras esperamos, lo importante es ver qué estamos haciendo: orar, sembrar, perdonar, amar; creyendo que todo lo que hacemos en el tiempo de silencio, va a respaldar nuestras vidas para prosperar.
4. Dios hace Su parte y nosotros la nuestra. Marcos 16:20. Aunque a Dios le gusta trabajar a favor de nosotros, prefiere trabajar con nosotros. Él es un padre que le gusta consentirnos, pero a medida que crecemos espiritualmente, espera más esfuerzo y obediencia de nosotros.
Muchos no prosperan porque están acostados “esperando” su milagro, su sanidad o están esperando ganarse la lotería, sin hacer nada. No se trata solo de recibir un milagro, sino de ser discipulados. Está la parte que Dios hace, pero también está la parte que nos toca hacer a nosotros en obediencia y fe.
Marcos 5:25-29. A través de esta historia, podemos ver varias cosas que nos ayudan a activar nuestra fe:
1. Esta mujer estaba desesperada. A veces Dios permite situaciones en nuestra vida que nos llevan a ese punto para que busquemos restauración.
2. Ella había oído de Jesús. Recordemos que la fe viene por el oír de la Palabra de Dios.
3. Pensó y visualizó su milagro.
4. Esta mujer confesó su milagro y lo recibió.
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