Recalibra tu vida
Por: Pastor Martín Holguín

Una balanza que no está bien calibrada es engañosa, porque te hace creer que pesas menos de lo que en realidad pesas. Una brújula desajustada te llevará a un lugar al que no deseas ir. De igual forma, una vida que no está calibrada siempre se sentirá vacía. San Agustín escribió: “Señor Dios, nos creaste para ti, y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti.”

En ocasiones sentimos que falta algo, que nada nos satisface. El libro de Eclesiastés describe esta sensación: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2). La palabra hebrea que se usa aquí es hebel, que significa humo o vapor, algo que parece sólido, pero se escapa entre los dedos; es transitorio.

El ayuno que agrada a Dios recalibra nuestros corazones. Muchas veces ayunamos para pedir cambios en nuestras circunstancias: la salud de un ser querido, sanidad en relaciones rotas o provisión. Todo esto está bien, pero olvidamos lo más importante: atender nuestro corazón. Jesús dijo: “Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia. Esas cosas son las que los contaminan.”
(Mateo 15:19-20, NTV)

Jeremías 17:9-10 (NTV). Un corazón engañado nos lleva a prioridades equivocadas. El obstáculo más grande para cumplir la voluntad de Dios somos nosotros mismos, por el pecado que ocultamos en nuestro corazón.

Dios nos llama a apartarnos, consagrarnos y recalibrar nuestras prioridades y nuestro enfoque. Algunas maneras prácticas incluyen:

– Ayunar distracciones, donde acudimos para evadirnos, distraernos, refugiarnos o perder el tiempo; estos tiempos pueden transformarse en oportunidades para el crecimiento y la comunión con Dios.
– Aprender a orar y ayunar en medio del caos de la vida diaria.
– Aprender a vaciar el corazón de lo que incorrecto, es decir, arrepentimiento.

Isaías 58:4,6-7 (NTV). Aquí, Dios nos muestra qué tipo de ayuno le agrada. En esos tiempos, aunque el pueblo cumplía con los ayunos, lo hacían de manera superficial, sin permitir que Dios transformara sus corazones.

Isaías 58:10-11 (NTV). Dios busca una transformación significativa en nuestro estilo de vida, no simplemente un día apartado para Él. El ayuno que Él desea rompe cadenas, desata ataduras y nos libera. Este tipo de ayuno nos permite compartir con los demás y enfoca nuestro corazón en sus necesidades. El ayuno genuino produce un cambio interior que se refleja en unción, bendición y provisión, porque la transformación interior trae bendición.

La verdadera transformación comienza en nuestro corazón. Cuando recalibramos nuestra vida, nos alineamos con los propósitos de Dios y experimentamos Su poder y provisión. ¡Es tiempo de dejar que Él nos transforme y de ser luz en este mundo!

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