Sanidad divina
Por: Pastor David Ingman
Mateo 24:4-14. La Biblia nos dice que necesitamos ver y comprender bien las estaciones en las que vivimos. Y parece claro que estamos viviendo en los últimos días antes del regreso del Señor Jesús. Podemos comparar este momento de la historia con los últimos minutos de un partido de fútbol en el reloj de Dios.
Algunas de las muchas señales que menciona la Biblia, acerca de los últimos tiempos, son pestilencias y enfermedades desconocidas; y cada día la ciencia descubre nuevas enfermedades y padecimientos que nunca se habían visto. Todas tienen síntomas y diagnósticos, pero también, lo sabemos, todas provienen del infierno, por eso llevan máscaras de engaño y miedo.
Pero la Palabra de Dios es “rápida, poderosa y más afilada que cualquier espada de dos filos…”, y nuestra fe para ser sanados se activa y se aviva cuando escuchamos y creemos en la Palabra.
Así que, cuando escuchemos y creamos en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo se moverá en nuestros corazones y traerá sanidad.
Podemos ver tres tipos principales de sanidades:
1. Sanidad espontánea: cuando ocurre un milagro de forma instantánea.
2. Sanidad progresiva: este tipo de sanidad se completa en un período de tiempo que puede ser de larga o corta duración.
3. Sanidad reveladora: este tipo de sanidad ocurre cuando la persona que necesita de sanidad recibe una revelación del amor de Dios a través de su milagro y una palabra “rhema” de Dios que previamente no había entendido.
Finalmente, hablemos de dos obstáculos principales que bloquearán recibir sanidad: el pecado del que no nos hemos arrepentido y la falta de perdón.
Ahora, veamos algunos versículos acerca de la sanidad divina:
Juan 11:40 (NTV). La sanidad es una manifestación de la Gloria de Dios.
Proverbios 4:20-22 (NTV). La Palabra de Dios debe mantenerse viva dentro de nosotros.
Santiago 5:16 (NTV).
1 Pedro 2:24 (NVI). Después de nuestra salvación eterna, la sanidad divina es el siguiente beneficio más grande de la cruz.
Mateo 11:28-30 (NVI). Una persona enferma es alguien cuya alma necesita descanso.
Salmo 107:19-21. Cuando clamamos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, su gran amor por nosotros se revela a través de la respuesta de una sanidad divina. Él es Jehová Rafa, nuestro Sanador. Debemos creer que nos ama.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar